Si Sánchez dimite suavizará la crisis
Innumerables causas han provocado la crisis económica en la que el Gobierno de Sánchez ha sumido a todos los españoles. La más grave es su desconocimiento de lo que debe hacer para lograr una economía próspera. Su folclórica alianza con incompetentes en la materia, que no distinguen entre ahorro y despilfarro, presagiaba lo peor; y lo peor se ha convertido en evidencia. Sánchez y sus socios sacadineros aprovechan cualquier tragedia, desde el coronavirus, hasta el estallido del volcán de La Palma, sin olvidar la guerra que ha desatado Putin, para engordar el gasto y aplicar políticas económicas ruinosas que desestabilizan los números de nuestra nación. Por algo, España es hoy el segundo país del mundo que más ha destruido su economía, sólo superado por Argentina.
¿Qué es una crisis económica y cómo afecta a la vida diaria de la gente? En términos estrictamente económicos, crisis es una situación prolongada de gran recesión, con sus efectos asociados al desempleo, cierre de empresas, descenso del consumo y de la inversión, con multitudinarias huelgas de sectores que sostienen a un país, desde el campo y la pesca, hasta el turismo y la rebelión de los transportistas, más las constantes quejas de los pensionistas, autónomos, pymes y fuerzas del orden, que no ven atendidos sus derechos. Crisis equivale a caos y desgracia. Si Sánchez dimite, suavizará la crisis en la que ha metido a los españoles y, de no hacerlo, debería deshacerse de los derrochadores ministros morados.
Daniel Lacalle, doctor en Economía y experto en Finanzas, descubre una artimaña propia de este maniquí: “El Gobierno aprovecha la inflación para utilizar a los consumidores como cajeros automáticos”. En efecto, el tirano se beneficia de la subida de los precios que ha empobrecido a la gente por su delirante manejo de las cuentas del Estado, demostrándonos que la crisis, también es un proceso demencial de inversión excesiva y equivocada. Hasta que este cínico no elimine las medidas suicidas de sus planes económicos, como elevar el gasto a cotas siderales, para satisfacer las mordidas que le exigen esos filibusteros provincianos que lo mantienen en el poder, la recuperación de la que tanto se jacta Calviño, será filfa pura, un cuento chino a ritmo de maracas de Maduro.
Los precios de la energía, la luz y los carburantes, siguen sin rebajas fiscales y asfixiando al pueblo. Las prioridades han de cambiar ya, o se hundirán las economías domésticas. Pagamos más impuestos para tener mejores servicios y no para que nos roben los manirrotos. El IVA y el IRPF, los dos impuestos que suman el 90% de cuanto se recauda, tendrían que suspenderse, hasta que la población se recupere de tanto castigo fiscal. Y a nadie extraña el crujiente silencio de los sindicatos, pues UGT y CCOO andan atareados mascando cigalas, sin importarles un pito los trabajadores. Quienes se forran con el cínico Sánchez, imitan sus fechorías y pasan, olímpicamente, de la gente. Por eso triunfa Ayuso al pedir lo justo: que los 21.000 millones de otro estúpido plan de la cajera de Igual-dá, se destinen a bajar la factura de la luz y a ayudar a las familias que soportan la brutal subida de todo.
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